miércoles, junio 14, 2006

El Palacio de Bellas Artes

Cuando era niña en la escuela primaria y secundaria donde yo estudiaba había una Banda de Música Infantil y Juvenil, por inquietud e influencia de mi padre me inscribí desde que estaba en segundo de primaria, como era muy pequeña me mandaron a percusiones, ya cuando crecí un poco mas por 4 de primaria promovieron mi cambio a los alientos, el instrumento que me asignaron fue la Flauta Transversa.

Como éramos de las poca bandas de música de niños en la Ciudad de México y no tocábamos tan mal nos invitaban a muchos eventos de la SEP, incluso también tocamos en muchos eventos a los cuales acudía la esposa del expresidente Salinas de Gortari. Uno de los tantos eventos que nos invitaron fue al concurso nacional de coros de secundaria en el que cantan el Himno Nacional, este evento lo hicieron en el palacio de Bellas Artes. Para amenizar el evento y que la gente no quedara tan harta escuchar en repetidas ocasiones el Himno invitaron a tres grupos musicales de niños, unos veracruzanos, otros de una secundaria oficial que no es por envidia pero tocábamos mejor nosotros y a la Banda de Música Infantil y Juvenil del IIM, que es donde yo estaba. Cuando informe en mi casa del concierto mi papá se emociono mucho porque iba a ir a tocar a Bellas Artes estaba tan contento que incluso hizo un hueco en su agenda para ir a verme tocar.

Nuestro director, un Capitán de Marina jubilado, muy estricto por fuera pero por dentro un abuelo cariñoso incapaz de castigarnos, porque siempre nos regañaba (él se merece toda una entra o varias, aprendí tanto de él y lo quiero tanto que una mención sería poca cosa). Lo malo es que no nos controlaba muy bien siempre había una travesura grande o alguna metida de pata tremenda. El día que fuimos estábamos dando una lata tremenda, como era nuestra costumbre, tanta que nos sacaron de camerinos y nos llevaron al auditorio pero seguíamos dando lata así que nos sacaron del palacio hasta que fuera nuestro turno, por fin llegó nuestro turno, nos tuvieron un tiempo corto tras bambalinas como ya no dio tiempo de afinar en otro lado, medio afinamos ahí, también nos pidió que armáramos el atril antes de entrar con las partituras puestas y ordenadas.

Yo tenía un atril de esos que se doblan para quedar a una tercera parte de lo que son ya armados, el atril es donde se ponen la partituras que vas a leer, en la parte superior es como las pastas de un libro abierto con una charola debajo para sostener las hojas, debajo de esto esta un tubo que soporta en donde van las partituras, para que se pueda doblar esta dividido en tres partes las cuales se sostienen mediante la presión de unos tornillos, abajo tiene un tripee que al momento de doblarlo están hacia arriba y para usuarlo se bajan y se sostienen del tubo mediante otro tornillo (ver foto a cambio de pésima descripción). La parte del tubo donde tenía el tornillo que sostenía al tripeé ya estaba muy gastada lo que provocaba que no se sostuviera se subía se cerraban las patas y se caía, pero era cuestión de equilibrio, el profesor me había dicho ya un par de veces que había que cambiar ese tornillo por uno más grueso pero no hice caso.

Arme el atril nos formamos, entramos en el orden que íbamos a sentarnos puse el atril en el piso me senté puse el fólder de las partituras en el atril y … el tornillo se venció se subió el cilindro del tripee y se cayó el atril, tirando las partituras por todo el piso, el profesor me vio con una cara de levántalo ahora porque era justo el momento en que estaban levantando el telón y la gente aplaudía, sobre todo nuestros padres. Lo levante lo más rápido que pude pero las partituras ya no estaban ordenadas y ya no hubo tiempo así que tuve que leer desde el atril de mi compañera, pero ella era flauta primera y yo segunda, así que improvise algunas cosas. Me parece que algunos si se dieron cuenta que el atril se cayó pero mis papás no se dieron cuenta o es de lo que menos se acuerdan.

Así fue como tiré el atril en el escenario de Bellas Artes antes de dar mi primer y único concierto en ese lugar.

A Miguel le encanta esa historia y este fin de semana que fuimos a visitar el Palacio por fuera nos acordamos y ahora pienso: Rasgue el sueño que tienen todos los artistas, tocar en el Palacio de Bellas Artes, desgraciadamente a esa edad no me daba cuenta que tan importante fue ni siquiera me sentía nerviosa de estar ante tanta gente, los recuerdos son hermosos y muy divertidos.

Nota: aún conservo el atril con un tornillo improvisado muy feo que le puso después el profesor para que no se cayera.

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